martes, 21 de enero de 2014

Dos espectaculares excusas de un jugador de elite para no ir a entrenar.

  A lo largo de los años y de los equipos, siempre han existido jugadores con un don especial para las excusas, todo con tal de no venir a entrenar. Ciertamente nunca he llegado a comprender ni a entender el por qué de las mismas. Hacer o dedicarse a un deporte nunca debería tratarse de una obligación. Más bien deberíamos cogerlo como una pasión o pasatiempo favorito. 

  Para los deportistas no profesionales, es decir, amateurs, la única "obligación" sería el compromiso adquirido con todo un grupo de personas igual de apasionadas que él, y que lógicamente se "pide" unos mínimos para entrenar y competir. Pero que si alguna vez has de faltar por circunstancias a un entrenamiento (trabajo, estudios, familia, porque ese día no estás fino y prefieres hacer otra cosa, etc), no pasa absolutamente nada. Es normal. Aunque destaco también que hay miles y miles de no profesionales del deporte, que son incapaces de saltarse ninguna sesión de entrenamiento aunque se estén muriendo. Estos últimos son unos cracks y conozco a muchos. Para los profesionales de cualquier deporte, fallar a un entrenamiento es pecado divino. He conocido a varios que nunca han asumido la responsabilidad de aceptar que el deporte, el waterpolo en este caso, es un trabajo como lo es abogacía, la restauración o cualquier trabajo. Ni se puede llegar tarde a trabajar ni se puede faltar porque a uno le duela un poquito la cabeza, quizás esto último por haberse acostado un poco más tarde con un par de cervecitas encima. De hecho que alguno falte alguna vez por esto, siempre y cuando sea una excepción en su vida, tampoco pasa nada, pero lo que no me gusta nada es encontrarme a aquellos jugadores (no digo que no sean buenas personas, porque creo que todo el mundo tiene un gran corazón) que no disfrutan con nuestro deporte, y sólo están porque en ese momento se llevan un sueldo. Que además suele ser una "caca" de vaca. El sueldo, digo.

  Esto me ha llevado a recordar las dos mejores excusas para no ir a entrenar en mis últimos años en Valencia como jugador profesional de este deporte. Y repito, todos, absolutamente todos, alguna vez hemos encontrado una excusa para convencer al entrenador de porqué  no hemos ido a entrenar. Y como todo en la vida en las excusas, también hay campeones de elite. El nombre del jugador es lo de menos, pero os destaco que es una persona bellísima y de gran corazón, pero que imagino que por las circunstancias tan revueltas que hubo en aquellos últimos años en la ciudad del Turia, poco a poco fue perdiendo la pasión y amor por nuestro deporte. Os dejo las dos excusas de un jugador profesional.

Excusa 1. Jugador - Joan ( por Joan Jané), mañana no voy a poder ir al entrenamiento de la tarde porque tengo que ir a adiestrar al perro. 
               Joan Jané - ¿Esto es una broma, verdad?
               Jugador - No me gustan los bromas. Joan, tener un perro requiere mucha responsabilidad. Hay que educarlos como a los bebés.
              Joan Jané - ¿A ti te pasa algo, verdad?

Jajajajaja. Me reí como nunca me había reído antes, jajaja. La segunda excusa sólo fue un mes después.

Excusa 2. Jugador - Joan....
               Jané - No me lo digas.....¿no ha pasado el curso el perro?
            Jugador - No, eso será la semana que viene, pero mañana tengo reunión y no podré venir por la tarde.
              Jané - ¿Reunión? ¿Reunión de qué?
             Jugador - Tengo reunión de vecinos y va a haber una votación muy importante.
             Jané - En serio, no estás bien. ¿No puede ir nadie por ti?
             Jugador - Sí, pero a mi me gusta estar en esas reuniones.

Para morirse, jaja.

  Imagino que vosotros, los entrenadores, tendréis muchas más anécdotas geniales, pero yo cada vez que me acuerdo de estas me pongo a llorar de la risa.

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