miércoles, 29 de enero de 2014

La importancia del espectáculo y de la mentalidad ganadora en el deporte de élite.

  Hace escasos escuchaba mi amigo Kobe Bryant (sí, lo siento, es colega de la infancia, que se le va a hacer) responder a una serie de cuestiones, la mayoría de ellas sobre si los Lakers entrarían o no en los play off, debido sobre todo a la plaga de lesiones que está asolando a su equipo, Los Angeles Lakers, y que está afectando considerablemente a la trayectoria del grupo, con muchas más derrotas que victorias en el ecuador de la liga regular. 
  Valga por delante que considero a la NBA la mejor organización deportiva que existe y un espejo a la que nos deberíamos fijar todos. Olvidando un poco la cantidad de millones de dólares que mueve la NBA, su gran objetivo aparte de llegar a todos los rincones del mundo es haciéndolo dando espectáculo. Cuanto más mejor. Entienden el deporte como algo que debe cautivar al espectador, al fan, a aquel que se gasta la pasta y que quiere una contraprestación a cambio. Esa contraprestación debe ser a base de puntos, goles, velocidad, vértigo, intensidad, etc. Y en este sentido la NBA se lleva el Oscar de calle. Dentro de unos años cuando me haya infiltrado dentro de la Federación Española de nuestro deporte y pueda gestionar las ligas, voy a revolucionarlas de tal manera que va a haber un antes y después en la historia del waterpolo en nuestro país. Por cierto, eso será después de escuchar a la mayoría decir "Es imposible" o "Es muy difícil". Así nos va con estos pensamientos, si señor.

  Salvo cuatro o cinco excepciones, todos amamos o como mínimo, nos gusta la NBA. Y nos encanta un deporte donde paradógicamente los porcentajes de aciertos son patéticos, y las defensas... ¿realmente salvo a cuatro puristas acérrimos, a quién verdaderamente le importa defender? Eso es un rollo. Una patraña. Es un timo de algunos que no sabían como ganar a algo. Todos podemos llegar a ser un gran defensor algún día si trabajamos duro, pero ya pueden pasar milenios que algunos no la meterán ni a tiros. Solo hace falta echar (los entrenadores, digo) una mirada a nuestros jugadores para certificar lo que digo. Todos queremos espectáculo. Todos. Y en la NBA es donde aparece toda esa magia junta (puntos, jugadas increíbles, velocidad en estado puro, etc). Cuando vemos un partido de algo lo que queremos ver es una gran puntuación. Si luego aparte se ven grandes acciones defensivas, pues mejor. Nadie paga una millonada por ver un 0-0. La única excepción radica en aquellos equipos históricos que llevan años sin ganar nada (se me ocurre un equipo de blanco), y donde por necesidad absoluta lo que piden es ganar como sea. Jugando mal o a nada. Eso da igual. A corto plazo sólo piden eso. Una vez ya han conseguido lo que buscaban, empiezan a reclamar volver a ganar pero jugando bien. Y es en este sentido donde los deportistas de élite y los grandes campeonatos de cualquier deporte, deben dar ese plus de más. Plus obligado de cara a los seguidores y fans. Unos por ser millonarios y tener todos los lujos, y otros por haber tenido unas cualidades que les ha permitido llegar al top (que en muchos deportes no equivale a tener grandes ganancias). 

  En nuestro deporte, el waterpolo, creo que aún no hemos comprendido casi nada referente a la difusión, publicidad ni marketing. Quizás a algunos le guste ver por la tele un partido de la liga española donde el resultado es un 6 a 5, y donde seguro resaltarán una y otra vez las grandes acciones defensivas. Estoy seguro. A mi no me va pero seguro que será así. A nosotros, a los que nos dedicamos a esto no nos tienen que engañar. Ya nos gusta este deporte. Mucho. Demasiado. A mi aunque me aburra ver a determinados equipos y jugadores/entrenadores, siempre que tenga la oportunidad, los voy a ver. Soy un loco de este deporte como muchos de vosotros. Pero resulta queridos amigos que no es a nosotros a quienes debemos engatusar. Es un error pensar así. Debemos hacer llegar nuestro deporte a los que no les gusta esto. Y os aseguro que jugando a ver quien defiende mejor y a hacer esos ataques largos (por mucho que haya límite de los 30"), para luego o acabar dando el balón a la boya, o lanzando desde Pernambuco (con paradas fáciles para los porteros) no vamos a conquistar muchos corazones. Por cierto, paso de las opiniones de aquellos que sólo piensan para ellos mismos y mientras esto (el waterpolo) les dé de comer, ya les vale. Y de los negativos también paso. Y de los aburguesados que llevan mil años y que se las trae progresar, más aún. 

  El espectáculo no rebate la competitividad ni mucho menos. Todo lo contrario. Ganar nos gusta a todos y por eso competimos. Para ser el mejor. Recuerdo que hablo de deportes y deportistas de élite. La máxima es la victoria y debe ser jugando bien (a largo, porque a muy corto plazo y si se viene de no ganar, con ganar basta) que es lo que debe diferenciar a un cuarta regional que uno de primera, ¿no?. El espectáculo puede ser en el juego en sí mismo, el fútbol inglés sería una prueba del ritmo vertiginoso que imponen los jugadores, o en el antes y después de la prueba, tipo Usain Bolt. Ya verle correr quita el hipo, pero con sus "chorradas" de ademanes ya enloquece al respetable. 

  Y a la competividad todos de una manera u otra llegamos, pero es ahí donde aparece la mentalidad ganadora digna de admirar en algunos casos, y que en mi opinión debería ser algo mucho más cotidiano en los deportistas de élite. Cuantos recordamos a los deportistas españoles de diferentes disciplinas en los Juegos Olímpicos, hacer una prueba espantosa y decirle al comentarista de turno "Para mi venir aquí ya era un premio". ¡Venga, no ´jodas´! ¡Noooooo! Tú vas a competir y hacerlo lo mejor posible y para optar a algo. Eres la élite, un privilegiado que ha trabajado muy duro, todo hay que decirlo, y oportunidades como estás habrá pocas más. Quizás ninguna. 

  Esto me hace volver al principio de la entrada con mi querido Kobe. El periodista le comentaba si creía que los Lakers podrían intentar entrar en los Play Off por el esfuerzo que estaban haciendo todos los jugadores. Kobe, con rostro serio, le espeto qué era eso de intentar entrar o esforzarse. Que esas palabras no entraban dentro de un equipo como ellos. Que no se trataba de intentarlo o esforzarse más, que no jugaban a eso. Seguía diciendo que ellos están para ganar campeonatos y haciendo que la gente disfrute. Que son ganadores y que la mentalidad es competitiva cien por cien. Me gusta Kobe. Un ganador, aprendió largo y tendido observando al más grande, "Air" Jordan.

  No me gusta el No Puedo de un jugador. Odio el Es Imposible. Detesto el Estoy Cansado. ¿Por qué? Porque el ser humano no tiene límites, y porque la mayoría somos unos privilegiados y no nos falta de nada, pero claro, si ellos mismos dicen que no pueden...pues no podrán.

  Siempre se puede más....y mucho más. Cuando nos demos cuenta quizás estemos sentados al lado de nuestros nietos, contándoles batallitas que nunca fueron tan increíbles, pero que las contamos como si fuesen hitos. Hitos que hubiesen sido real con un poco más de mentalidad ganadora. Que cada uno elija su historia de futuro.


martes, 21 de enero de 2014

Dos espectaculares excusas de un jugador de elite para no ir a entrenar.

  A lo largo de los años y de los equipos, siempre han existido jugadores con un don especial para las excusas, todo con tal de no venir a entrenar. Ciertamente nunca he llegado a comprender ni a entender el por qué de las mismas. Hacer o dedicarse a un deporte nunca debería tratarse de una obligación. Más bien deberíamos cogerlo como una pasión o pasatiempo favorito. 

  Para los deportistas no profesionales, es decir, amateurs, la única "obligación" sería el compromiso adquirido con todo un grupo de personas igual de apasionadas que él, y que lógicamente se "pide" unos mínimos para entrenar y competir. Pero que si alguna vez has de faltar por circunstancias a un entrenamiento (trabajo, estudios, familia, porque ese día no estás fino y prefieres hacer otra cosa, etc), no pasa absolutamente nada. Es normal. Aunque destaco también que hay miles y miles de no profesionales del deporte, que son incapaces de saltarse ninguna sesión de entrenamiento aunque se estén muriendo. Estos últimos son unos cracks y conozco a muchos. Para los profesionales de cualquier deporte, fallar a un entrenamiento es pecado divino. He conocido a varios que nunca han asumido la responsabilidad de aceptar que el deporte, el waterpolo en este caso, es un trabajo como lo es abogacía, la restauración o cualquier trabajo. Ni se puede llegar tarde a trabajar ni se puede faltar porque a uno le duela un poquito la cabeza, quizás esto último por haberse acostado un poco más tarde con un par de cervecitas encima. De hecho que alguno falte alguna vez por esto, siempre y cuando sea una excepción en su vida, tampoco pasa nada, pero lo que no me gusta nada es encontrarme a aquellos jugadores (no digo que no sean buenas personas, porque creo que todo el mundo tiene un gran corazón) que no disfrutan con nuestro deporte, y sólo están porque en ese momento se llevan un sueldo. Que además suele ser una "caca" de vaca. El sueldo, digo.

  Esto me ha llevado a recordar las dos mejores excusas para no ir a entrenar en mis últimos años en Valencia como jugador profesional de este deporte. Y repito, todos, absolutamente todos, alguna vez hemos encontrado una excusa para convencer al entrenador de porqué  no hemos ido a entrenar. Y como todo en la vida en las excusas, también hay campeones de elite. El nombre del jugador es lo de menos, pero os destaco que es una persona bellísima y de gran corazón, pero que imagino que por las circunstancias tan revueltas que hubo en aquellos últimos años en la ciudad del Turia, poco a poco fue perdiendo la pasión y amor por nuestro deporte. Os dejo las dos excusas de un jugador profesional.

Excusa 1. Jugador - Joan ( por Joan Jané), mañana no voy a poder ir al entrenamiento de la tarde porque tengo que ir a adiestrar al perro. 
               Joan Jané - ¿Esto es una broma, verdad?
               Jugador - No me gustan los bromas. Joan, tener un perro requiere mucha responsabilidad. Hay que educarlos como a los bebés.
              Joan Jané - ¿A ti te pasa algo, verdad?

Jajajajaja. Me reí como nunca me había reído antes, jajaja. La segunda excusa sólo fue un mes después.

Excusa 2. Jugador - Joan....
               Jané - No me lo digas.....¿no ha pasado el curso el perro?
            Jugador - No, eso será la semana que viene, pero mañana tengo reunión y no podré venir por la tarde.
              Jané - ¿Reunión? ¿Reunión de qué?
             Jugador - Tengo reunión de vecinos y va a haber una votación muy importante.
             Jané - En serio, no estás bien. ¿No puede ir nadie por ti?
             Jugador - Sí, pero a mi me gusta estar en esas reuniones.

Para morirse, jaja.

  Imagino que vosotros, los entrenadores, tendréis muchas más anécdotas geniales, pero yo cada vez que me acuerdo de estas me pongo a llorar de la risa.