De todo lo acontecido este pasado fin de semana en las ligas nacionales, me quedo sin ninguna duda en el máximo exponente de lo que podría llamarse profesionalidad (aunque evidentemente tengo claro que ninguna jugadora percibe ningún céntimo) y honestidad hacía uno mismo y hacía los rivales. Me refiero al comportamiento tan exquisito de un equipo de primera división femenino, llamado Rubi. Ya con el ascenso en su bolsillo a la división de honor hace unas cuantas semanas, con un balance de todo victorias, el equipo catalán era consciente que se iba a encontrar envuelto de manera muy directa en la guerra por la otra plaza de ascenso directo que pugnan con muchísima ilusión, Hospitalet y Manresa.
El Hospitalet que jugaba en su piscina ante Rubi tenía suficiente con un empate para ascender directamente. Y a pocos minutos de acabar el partido el marcador reflejaba un claro 13-10 a su favor. El campeón, lejos de aceptar su primera derrota en liga y aún sin nada en juego, demostró una honestidad y profesionalidad digna de admirar, dándole la vuelta al electrónico para poner un 13-14 final. Sin duda alguna, las jugadoras de Manresa tendrá bien en cuenta que este próximo sábado van a tener que dar lo mejor de si mismas, si quieren derrotar al campeón.
A partir de ahora tendremos todos los amante de este deporte otro gran ejemplo a que acogernos cuando alguien dude de otro. ¡Felicidades, Rubi!
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