miércoles, 22 de junio de 2011

Alfonso "vivo en mi mundo" Barros.

  Intentar describir a mi gran amigo Alfonso no va a ser nada fácil, os lo aseguro. De hecho, se trata de una persona peculiar, singular, diferente, etc. Antes de sentarme a escribir me he tomado un par de manzanillas, tres poleos de menta y dieciocho tilas para intentar relajarme al máximo. Si no hubiese tomado esta precaución,  me volvería loco mientras lo estoy describiendo, porque compartir horas y horas con Alfonso te puede volver loco perdido. Pero, ojo, hablo de una locura hermosa e inofensiva. Hablo de la mejor locura que pueda existir aunque a grandes dosis, te puede machacar, jaja.


Un artista ante todo.


  Vaya por delante que Alfonso es todo un artista. Sin duda es el jugador con más condiciones que he entrenado nunca, pero no sólo eso, si no que tiene muchas más condiciones que la mayoría de jugadores la liga de División de Honor. Y no exagero.

  Conocí al señor Duarte, su segundo nombre por cierto, cuando vino allá hace unas cinco temporadas, en el segundo año de Jané y por ende, en el último año de poder adquisitivo en el Waterpolo Valencia. No tenía ni idea de quien era pero me aseguraban que era un chavalito de muchas condiciones pero un poco diferente al jugador estándar. Ambas cualidades las descubrí enseguida. Al pobre Alfons por desgracia no le cuidaron muy bien por la capital del Turia, y si no es por los compañeros jóvenes que tuvo en el equipo, su estancia hubiese sido muy crítica. A los jóvenes hay que cuidarles y darles todas las oportunidades del mundo y sobre todo, tener mucha paciencia con ellos. Si el mimo es el adecuado, a la larga sólo te darán alegrías. En ese año como jugador, fue de menos a más y aprovechó muy bien los minutos que obtuvo cuando a mitad de temporada, los americanos, decidieron no volver ya que por aquellos tiempos, el cobrar no tenía solución. A mi la verdad es que me gustaba y siempre pensé que encajaría perfectamente en mi estilo de juego, siempre y cuando tuviese alguna vez la oportunidad de llevar un primer equipo.
De entre los muchos problemas que tuvo pero de manera no buscada por él, el tener que nadar al 70% en los entrenamientos porque los que iban detrás, no podían seguirle y de hecho, se solía llevar algunas collejas de los más grandes si no les hacía caso, jeje. No quiero olvidarme tampoco de los viajes que tenía programado para ir a Barcelona después del partido del sábado en Valencia, pero que al cambiarse un minuto más tarde de lo que le avisaba el dueño del coche, perdía el mismo que le tenía que llevar y se quedaba de pie en la puerta de la instalación con la maleta en la mano. Eso si, siempre con una sonrisa.

Así es él, todos mirando a la cámara y él a lo suyo.

  Dos años más tarde, le llamé para que se uniera al proyecto. Es más, le llamé en agosto sin tiempo para que lo pudiese meditar. No me hizo esperar ningún segundo, enseguida me dijo sí. Para algunas personas, los trenes sólo le pasan una vez en la vida. Para otras en cambio, nunca tendrán esa suerte en la vida. Pero para el señor Duarte, el tren le volvió a pasar por segunda vez. En otro momento os contaré la peculiar relación que tiene Alfonso con los trenes. No tiene desperdicio.
Ese primer año de Alfonso fue espectacular. Su primera vuelta fue muy buena pero la segunda aún fue mejor y recuerdo que hizo partidos increíbles. En una temporada donde todo el mundo hablaba maravillas y con razón, del brasileño Rudá, apenas le prestaron atención a un tío que en los momentos más complicados de la segunda vuelta y con el astro brasileño y el gran capitán, Pablo, excluidos con tres faltas, se echaba el equipo a la espalda y él solo nos hacía ganar el partido. Su última parte contra el Premiá de Salvatierra fue antológica. Durante su segundo año, ya en Primera, hizo un calco de la temporada anterior (esto es porque nunca se ha tomado en serio la pretemporada y eso le hace arrancar más tarde) y su segunda vuelta volvió a ser fabulosa. Ya no por los muchos goles que marcó sino por su mayor característica, la cantidad de balones que puede llegar a robar en un partido. En dos años, estadística en mano, tuvo una media de robos de 7´6 por partido. Espectacular. Además tiene un agarre del balón y una amenazada buenísima. Nada como no he visto nadar nunca a nadie. En definitiva, condiciones las tiene y muchas.

  Como persona es encantador, honesta, sincera y muy buena persona. Nunca le he oído hablar mal de nadie y eso es gracias sobre todo a tener dos padres como la copa de un pino. Sus padres son dos santos que pronto deberían ser canonizados por el Papa Benedicto por la paciencia que han tenido con él y todos sus actos.

  ¿Y por qué no ha seguido con nosotros en Valencia? El motivo principal es que el equipo necesitaba un descanso de sus locuras. El equipo necesitaba crecer de una manera seria y exigente y Alfonso no podía seguir ese ritmo. Fue un duro sacrifico por el bien del grupo. Y Alfonso lo entendió perfectamente, de ahí que nos sigamos llamando de vez en cuando y dándonos un abrazo enorme cada vez que nos vemos. Alfonso como todos lo jugadores que han pasado por nuestro primer equipo en el Turia, puede certificar que es aquí y sólo aquí, donde ha hecho la mejor temporada de su vida y eso me llena de orgullo.

  Durante la primera temporada, en Segunda, y en una de las muchas charlas que tuvimos como jugador-entrenador, Alfonso me contó una anécdota que le pasó de pequeño. En ella me decía que una fría mañana de otoño del año 89, se cayó seis veces seguidas de su cuna al suelo en solo cinco minutos. Quería demostrarse desde bien pequeño que podía hacer cosas de hombre y que no dependía de nadie para subir a su cuna. Creo sinceramente que en ese momento empezó su locura.
Ahora un año después de no jugar ya con nosotros, le veo más maduro para todo. Le ha ido muy bien esta desconexión, estoy seguro de ello. Creo que ahora ya está preparado.

Esta foto no tiene precio para mí.

  No quiero olvidar que sin él, este año nos hemos reído un poco menos. Sus intentos de mates jugando a baloncesto quedándose colgado del aro, sus chilenas sobre piedras al fútbol, sus reveses a la grada durante los partidos de waterpolo, el olvidarse afeitarse cuando tocaba, etc. Eso si, Alfonso si algo es , es un un tío feliz. ¡Eres grande!

 

2 comentarios:

  1. Alfons Barros, para los que hemos jugado y entrenado con él es un grande más.

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  2. Este tio es un tio como la copa de un pino!! Los que lo hemos visto crecer desde que era Alevin o Infantil sabemos de lo que es capaz, una pasada de jugador, como bien dices unas condiciones geniales y este año en el C.N. Poblenou se ha salido, obviamente el nivel es mucho mas bajo y lo facilita pero aun asi es una delicia verlo jugar!
    CRACK!

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